¿Qué tal Miguel Ángel?

Seguro que desde allá arriba, ese cielo que sólo un Dios injusto permitiría que fuera contaminado con tus verdugos, puedes observar cómo están las cosas hoy día. Verás que atravesamos “tiempos raros”, que no sabemos bien por qué hay quien está usando vuestra memoria, la de todas las víctimas del terrorismo, vuestra dignidad y la justicia, como monedas de cambio en una negociación interesada. Que no sabemos ni por qué ni a cambio de qué, y que tenemos miedo de que tus verdugos consigan ahora lo que no consiguieron matándote.

Miguel Ángel, no te conocíamos, no sabíamos nada de ti hasta que la "fatalidad" te hizo protagonista, aquellos días de julio de 1997, cuando toda España estaba pendiente de las noticias. ¿Y por qué utilizamos eufemismos? ¿Qué fatalidad, ni fatalidad?, malditos sean los asesinos que ejercieron de aprieta-gatillos, que ellos fueron tu fatalidad, fueron ellos los que te obligaron a ser protagonista en esta historia.

Te descerrajaron dos tiros que mucho me temo que no pudieron contigo, aunque sí con tu vida. Y es que, como aquel Cid que ganaba batallas una vez muerto, Miguel Ángel, esta batalla la estás ganando; y es que esos dos tiros que te dejaron pendiente de un hilo de vida, que por fino que fuera, permitía la esperanza, esos mismos dos tiros motivaron los momentos más importantes en la Historia Reciente de nuestro País. No es que pasaras a ser un mártir más, que también; no es que te convirtieras en una víctima más de la sinrazón ETARRA, que también. Es que, Miguel Ángel, lograste lo que nadie había logrado hasta el momento. Te convertiste en un punto de inflexión, en un antes y un después en toda esta historia de nacionalismo etnicista. Las calles dejaron de ser suyas. Ahora eran “ellos” los protegidos por la ertzaintza. Ahora eran “ellos” quienes se escondían y tenían miedo. Y no fue fácil Miguel Ángel, pero pudimos. Tu familia no estuvo sola, Miguel Ángel, todos fuimos tu familia.

Y esta rebelión pacífica, de la sociedad frente a la barbarie, se hizo llamar “Espíritu de Ermua”. Desde entonces no hay una manifestación contra la sinrazón ETARRA en la que no te sintamos presente. Y es que, Miguel Ángel, has sido y eres el principio del fin de ETA. Nada ha hecho tanto daño a ETA como se lo has hecho tú, sin armas, en silencio, y “sin quererlo”. No, no eres una víctima más en la lista de los "Txapotes y Terneras". Eres el catalizador que esta sociedad necesitaba para que sus gentes, no venciendo pero sí sobrellevando el miedo, por fin se atrevieran a salir a la calle y gritar Basta Ya.

Por eso Miguel Ángel, porque no queremos que caiga en el olvido toda aquella rebelión pacífica, estamos hoy aquí los jóvenes de Córdoba, para mantener vivo tu recuerdo y lo que significaste, para decirle a nuestro gobierno que no queremos que el Estado de Derecho claudique ante los que te sesgaron la vida, que hablar con ellos es ya una concesión que no merecen, que con ETA no cabe el diálogo, no caben las palabras... porque ellos nunca las quisieron. Ellos no quisieron dialogar ni con Alberto, ni con Ascensión. Ellos no escucharon a Joseba, tampoco te escucharon ni a ti ni a los millones de personas que nos echamos a la calle hace ahora nueve años. Ellos nunca escucharon.

Por eso, Miguel Ángel, por eso estamos hoy aquí para decirle a nuestro gobierno: “Rendición, en nuestro nombre, NO”.