El Óbila Club de Basket cosechó su segunda derrota de la temporada en el tramo final del partido que disputó frente al Mérida Patrimonio de la Humanidad, pese a dominar prácticamente durante todo el tiempo. De nada le sirvieron los 12 lanzamientos de triples encestados, con Dreke Bouldin en plan figura, anotando 28 puntos. El conjunto extremeño, empujado por su público y cuando faltaba un minuto y 43 segundos, con el electrónico marcando la máxima diferencia para el cuadro visitante (66-75), remontaba la desventaja con un parcial de 11-0, dando la vuelta al resultado ante el delirio de la grada.

En ocasiones se antoja trascendental sufrir un revés en los últimos segundos de un partido para poder disfrutar mejor si cabe de un derecho en otro. Un ejemplo claro de ello es este Mérida Patrimonio, que perdió en los últimos 26'' en su debut liguero con Girona tras vilipendiar una diferencia a favor de tres puntos y posesión para vencer ayer tras remontar en un minuto y medio nueve puntos. Si hace quince días le perdieron los nervios y la ansiedad, ayer le ganaron su fe y su ilusión. Sin eso, y sin un Douglas Nunes en estado de gracia en los últimos segundos, los de Sergio Lamúa nunca podrían haber superado a un Ávila comandado estelarmente por Dreke Bouldin.

Imagínense salir una noche con la chica más guapa de su ciudad y acabar solo en tu cama y la chica en la de otro. Con la misma cara debió abandonar Ávila el pabellón Guadiana. Es inexplicable que con un jugador en tus filas que anota 28 puntos (entre ellos cinco triples), recoja ocho rebotes, ponga tres tapones y acabe con 38 puntos de valoración seas capaz de perder un encuentro. El Mérida Patrimonio, que con su coraje y orgullo taponó lagunas tácticas y técnicas, lo consiguió.

Y lo consiguió gracias a las aportaciones de Sergio Riera en la dirección (mejor sin lugar a dudas que Thiago Aleo), de Dani Gama en el tiro exterior y, sobre todo, de Douglas Nunes. No porque el pívot brasileño se lo mereciera más que el resto, sino porque después de encadenar toda una semana sin entrenar tuvo el arrojo necesario de jugarse las últimas dos canastas del partido y anotarlas.

Y eso que el triple de Víctor Chuan a falta de 1'43'' (66-75) daba lugar a que el público desfilase sin contemplaciones por las escaleras del Guadiana. Incluso los jugadores de Ávila celebraban sobre la cancha y su banquillo sobre las sillas su segunda victoria de la temporada.

Pero un Mérida muy fallón en el tiro en los últimos minutos se metamorfoseó en cualquier discípulo de Jesús, y tan solo con la fe fue capaz de darle la vuelta al electrónico. Y encima le sobraron dos segundos.

Juerga final

Lo más apoteósico llegó a falta de diez segundos, cuando Aleo erró dos tiros libres. Douglas Nunes acudió al rebote, y tras dos amagos, consiguió encestar bajo aro el tercero. A la salida de la jugada, un error infantil de Ávila provocó que de nuevo el pívot brasileño se hiciera con el balón y, tras dos pasos de gigante, finiquitara la jugada y el partido con un mate ancestral. La locura. El delirio. Las manos en la cabeza.

La juerga final del Guadiana ocultó las carencias de este Mérida, al que le queda mucho por mejorar técnicamente, pero al que le sobran ganas, fuerza e ilusión para ir ganando el tiempo necesario.

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