Era una noche especial, la que marcaba el adiós a ocho temporadas viendo al Óbila en el pabellón de San Antonio en varias categorías hasta llegar a la LEB Bronce. En estas ocasiones, cuando hay celebraciones o acontecimientos al margen de los estrictamente relativos al partido que se disputa, se suele perder. Pero para los agoreros la derrota no llegó, sino que el Óbila y su afición, en su soberbio partido de ambos, lograron este sábado una victoria de prestigio ante uno de los equipos más fuertes de la categoría, la A.D. Molina, que no en vano ha estado luchando hasta última hora para meterse en la disputa de la Copa, torneo que lo juegan los dos primeros clasificados.

Todos los condicionantes eran contrarios al conjunto verderon. Llegaba al choque con tres bajas: Sergio Sánchez, Ion Ugarabe y Tomás Ramón. Sólo dos recambios en el banquillo. Y además tuvo a lo largo del encuentro como enemigo no solo al Molina sino a la pareja arbitral, especialmente al andaluz García Coronilla, que como su segundo apellido indica trajo de ídem al cuadro local, al que le pitó en contra faltas que no eran.

El partido comenzó con un equipo abulense titubeante ante un rival que trataba de demostrar quien mandaba sobre la cancha, intimidando a los postes locales, quienes no podían emplear mucha intensidad defensiva ya que estaban destinados a jugar los cuarenta minutos como así sucedió en el caso de Dreke Bouldin, al final el mejor jugador del partido con 35 de valoración, 28 puntos encestados, 5 triples y 9 rebotes. La lucha entre el mejor extranjero de la categoría y el mejor nacional se decantó por el primero y eso que el molinense Alberto Ausina fue el mejor de su equipo, con 28 de valoración, 22 puntos y 12 rebotes.

Paul Willians tenía que pelear con los postes murcianos, especialmente con Ronald Thompson, al que anuló por completo para su desesperación. Sus cifras al término del partido señalaban que el americano de New Jersey había anotado 23 puntos, con uno menos de valoración y 11 rebotes, demostrando gran eficacia en los tiros de dos (10/14). El caso es que en el ecuador del primer cuarto, las cartas estaban repartidas por igual ya que el resultado era un 10-12 para Molina, una mínima desventaja de dos que se amplió a cuatro al finalizar el período (19-23).

Parecidas características revistió el segundo cuarto con Facundo Madoz en cancha imprimiendo mayor velocidad al cinco abulense. El encuentro continuaba igualado y con la duda de si las luces de los jugadores locales serían capaces de aguantar toda la segunda mitad habida cuenta de la mayor variedad de recursos que disponía en el banquillo Javier Aguilar, el técnico molinense, todos ellos de calidad contrastada. Las diferencias de cuatro con las que jugaba Molina se vieron eclipsadas al filo del descanso con el triple que se marcó Bouldin para empatar el electrónico (39-39).

Volando a por la décima victoria

La canasta del ala-pívot verderón era solo el indicio de lo que fue el tercer cuarto, de dominio del Óbila por raza y coraje. Y eso que los inicios de este período fueron totalmente contrarios a los intereses de los abulenses. Con un parcial de 0-6 se marchó Molina. Pero ahí quedó su actuación porque empezaron a surgir los lanzamientos acertados de 6,25 de Bouldin y de Nacho Elizagaray, un hombre relevante en la actuación del Óbila con 19 puntos conseguidos.

Junto al tino exterior se encontraba la fortaleza en la pintura de Willians. Piano, piano, y tras un parcial de 9-0, el equipo de Antonio Cano cogió su máxima ventaja: diez puntos (59-49) cuando restaban un par de minutos para la conclusión del período. Tuvo que aparecer como protagonista el colegiado José Antonio García Coronilla para que ese colchón se redujera en breves momentos con un 0-9 favorable a Molina.

Ante las iras de los aficionados –alguno de ellos arrojó un cilindro a la pista pero sin entrar en la cancha de juego-, y con gritos de “fuera, fuera”, “manos arriba, esto es un atraco”, el árbitro andaluz empezó a pitar en contra del Óbila faltas que eran del equipo contrario. Así, Willians y Bouldin se pusieron con tres peligrosas personales. Y la diferencia que era favorable a los verderones quedó minimizada únicamente a tres puntos (61-58)

El conjunto visitante gozaba con el beneplácito arbitral y se las prometía muy felices para el último y definitivo cuarto. Pero lo que no sabía es que el Óbila tenía un sexto jugador: la afición, que con sus ánimos llevó en volandas a sus jugadores en los últimos diez minutos. Fueron momentos de eclosión colectiva, con olas incluidas en las gradas, y todos al unísono –jugadores y afición- facilitaron la décima victoria, que coloca al Óbila en la cuarta posición de la clasificación con las mismas que tienen quienes le preceden Molina y Huelva, y a sólo un triunfo de los tres primeros, Alerta Cantabria, Valdemoro y Tíjola, por este orden. La despedida de San Antonio no pudo ser mejor y los play off se ven más cerca aunque queda aún toda una segunda vuelta por disputar.

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