El Giro de Lombardia es la carrera con la que siempre ha soñado Pablo Lastras. El madrileño se enamoró de ella en 2002, cuando se clasificó séptimo. Desde entonces la ha tenido siempre en su mente y en su corazón. Los últimos cuatro años siempre se mostró en buena forma en la clásica italiana, pero nunca vio recompensados sus esfuerzos con el sueño de la victoria.
Tampoco esta vez lo ha conseguido, aunque lo buscó prácticamente desde la salida, cuando en el kilómetro 27 se metió en una escapada de once corredores. Paolini, Santambrogio, Bellotti, Gasparotto, Charteau, Agnoli, Viganò, Hondo, Rogers y Sörensen fueron sus compañeros de viaje. Llegaron a contar con 9’ 25” de ventaja máxima, que se redujo a 2’ 31” al atacar las primeras rampas del Ghisallo. Al coronar quedaron en cabeza cuatro hombres: Santambrogio, Agnoli, Rogers y… Lastras. En el descenso se les unían Garzelli, Scarponi e Sörensen. Los siete rodaron por delante hasta el km. 215 de carrera. A 29 kms. de la meta fueron neutralizados por el pelotón comandado por los hombres del Lampre, trabajando para su líder Cunego, vencedor a la postre, por tercera vez, de la clásica lombarda.
La media horaria, de 43,080 en los 242 kms. de carrera, habla por sí sola del esfuerzo que tuvieron que hacer Lastras y sus compañeros de escapada a los largo de los 190 kms. que duró su aventura.
El corredor del Caisse d’Epargne cruzaría la meta en el puesto 59º a más de siete minutos del vencedor. Pero eso, una vez más, era lo de menos. Durante casi cinco horas, el ciclista de San Martín de Valdeiglesias alimentó el sueño de su vida.
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