(Junto al Tíber)
Que la niña duerme,
que la vida viene,
fina, linda, sola,
lenta
por la línea, lenta,
porque es este el paso
que nos sirve, siempre,
ahora,
que la niña viene,
que la vida duerme.
SUEÑO DEL LEÑADOR, AÚN VIVO.
“Prestarse un momento a otra vida,
cedro”. Ligero golpe de hacha.
Otra vez golpe, otra vez, otra y otra.
Que canten los pájaros (siempre tac
contra el seno). Prestarse a otra vida,
cayendo en mis brazos. Un rápido
silbo, y ya. Tremenda caída.
[El invierno
le acecha]
No hay mejor calor
que el de ese hogar
que no tuve jamás.
[La desobediencia le afirma
en el golpe. Kolpez Kolpe]
“Prestarse a esta vida. Con tus ramas
armas, con tu tronco asiento y mesa
de tus hojas chasca, de la madera
fuego, y de tu espíritu nuestro sentido”.
[Para que nadie olvide
lanza al viento su saliva]
Canto acaso
por ver
que sigo vivo,
callo acaso
por ser
mejor amigo,
de mí mismo
canto,
de mí mismo
callo,
de mí mismo,
de ti mismo,
amigo.
Llegué otra vez sediento
a tu mano.
Recorrí los trazos
con la lengua seca,
los entreabiertos párpados.
Como de hombros encogido
me hiciste halago. No lo vi.
Sonó silencio
mientras me revolvía
tan amorosa lumbre.
Torcido el gesto vano
silbó vuestra sonrisa
y era un dos: tumba de anhelo.
Por la brevedad
de aquel cristal
soplamos las brasas
desatadas.
Me dijo el monte
“mariposa de armas
vente conmigo”.
Pero estaba en mi sitio
marcando lento el fuego
(marcado, rojo, a fuego).