"[En nuestra época] ya no se puede
ser poeta de manera impune:
se sufren las consecuencias".
H. Taine.
( P o e m a d e s e c h a d o )
Sonríe el humo en mis manos
amasijo de encanto,
(y desencanto)
simple palabra a desnivel
de esa pálida huera que es el mundo,
hoy. Mientras dos silban, cientos
gritan ¡humo!, húmedo, más caliente.
Única opción:
romper la cerca,
el cerca, lo cercano.
Sin la gana
de cantar, susurrar
acaso, en sombras,
sin esperar a nadie
( inútil ilusión
que a veces busca consuelo
en la boca ), un delirio de cenizas.
Negar las palabras al aire,
la vida al acaso.
( ( No hay mano, amiga ) ).
Soy un bufón.
[ s o n . e (s) t . o . ]
De oír el largo arrullo de los años
harto de no poder con esta queja,
vine a partir, pudiendo no quererla
dejar. Mas esto me es vedado.
Co -
gí la pluma entonces, no de hilo suelto
sino de siembra. No supe - podía
no sabiendo -. Fingí mi propia efigie:
(un sentir).
Caí entonces, castrando la medida,
pero sin ver si el agua de ese arrollo,
prohibida comadreja,
conlleva en su debacle mi caída.
O son los que hasta ahora,
versos para ver muerte,
piden que yo me parta
en dos, la vida
y yo, que no concibo
un ritmo ajeno.
B I E N V E N I D A A L A M U E R T E
Papel, doblado, de vida
y muerte.
Invertidas letras, nombres
sobre caras, máscaras.
Desmentido al hoy y al ayer,
como decir qué digan
para salir otra vez, al fondo,
solo.
"La propia enfermedad
despedaza en parte
acomete la otra enfermedad,
sin esperanza".
Por despertar quizás el ruido
que yace bajo los pies
confundido en rara música
que no llega a escucharse aún
o todavía escasamente nítida.
Qué cosas.
Volver, siempre volver al mismo
ritmo dejando unas y otras
horas bailando en su tela
mojada.
Como si un asco nervioso
reocorriera esta escritura,
sencillamente
yerta.
L A C O S T A
Ha caído la niebla sobre el prado
de mi reino. Un fino hilo líquido
canta al blanco de esta hierba que
encanece. Ha menguado mi reino
a medida que la enfermedad
se ensancha. Como esta niebla fría
que lo ha mojado todo.
Los sonidos, familiares, estrechan
más estos confines. La enfermedad
los ha sobrepasado, rompiendo
al fin ese abrigo que parecía
separarnos. Estamos ya en ella,
helados, de pie, con las espinas
virtiendo la sombra en las heridas.
( primer fin , corregido el 29 de enero del 2010)