m o n o t o n í a
Sigue un día monótono a otro día igualmente
monótono, idéntico. Las mismas
cosas sucederán de nuevo, una y otra vez-
las mismas circunstancias nos toman y nos dejan.
A un mes sigue otro mes igual.
Lo que vendrá fácilmente se adivina;
serán las mismas cosas de ayer.
Y el mañana nunca parece ese mañana.
[Kavafis]
ACLYS. La misma historia, fin y
principio. Pájaros que cantan, voces que suenan fuera, de mi cercano oído.
Gritos. La vida deslizando lentamente sus lugares comunes. Cada día igual,
siempre lo mismo. Siempre distinto.
El color del cielo exclama un poso
azul contra mi pecho. Recojo, con estos largos dedos que ya han dejado de ser
míos, una sola nubes, envuelta en luminosa esencia de sol humano.
RACHEL. Dejan sonrisas mis palabras
sobre el pelo negro de un día cualquiera, cualquier hora en cualquier ciudad
(ale ahí jevilin). Ma hablan de rutina. Paro yo he dejado ya de creer en ella.
Siempre los mismos bares, siempre la misma gente...y tú? ¿eres acaso el mismo siempre?
Deslizo las manos sobre cualquier
objeto, papel y tinta. Siempre la misma tinta y las mismas palabras. Sólo hay
en mi esta pobre lengua muerta que nada sabe de sonidos nuevos ni intenta crear
nuevos símbolos.
El mundo se deforma cada día ante los
ojos. Un yo distinto que grita cada día con idéntico tono contra un mundo
siempre cambiante, pro nunca hacia su lado.
Ando - ¿pour quois? (la música) ...
por sentir el aire contra mi, contra mis cara (algún cabello más o más crecido,
una nueva sombra, una luz más brillante) y nada más: sólo deriva, calle a
calle, vértigo del ser que sigue al signo, nueva señal que avanza y le dirige
en su camino. Camino, o tierra sin pisar, según lo mires.
Han pasado muchos hombres, muchos
muertos. Las huellas son muy claras. No las sigo ( osalamente alguna, la que me
sirve, la que me da placer o entra en el terreno de mi adentro). Salto, de un
arbusto a otro. Corto el follaje. Las viejas calles aparecen en mis ojos como
hierba o selvas sin manos...
La rutina es un hecho. Quizás, tú y
yo hagamos lo mismo día tras día. No me gusta consumirme en mis lamentaciones.
Río, contra todo, soy agua que brilla en mi sonrisa, lágrimas o boca abierta en
carcajadas. Me invento novedades que ya existen-
Ellas están ahí... no saben bien
quien las dio vida...no las importa... siguen libremente sus pasos. Sin
dirección.
Tú, lector, que como yo vomitas
rutina y tedio, mundo absurdo por los cuatro costados, dirígete hacia ti,
trabaja sin descanso en la consecución de tus anhelos... y si la vida te
aburre, ¿no será que te has perdido entre el follaje?.
e lo soleils plovil.
II.
La luz se oculta bajo un brazo desarmado,
quieto. Sin perlas en los ojos, sin suspiros, lloran la afrenta realizada a su
individualidad. Ha muerto un ángel, un brillo rojo sobre el mundo (ardiendo:
siempre ardiendo). Todo cobra su precio cuando pasa.
No siempre salen las palabras que uno
quisiera, ni siquiera esas palabras o formas musicales que se intentan recitar.
Huele el momento a corazón partido. Nos buscamos con las manos, unidas en un
intenso abrazo. Nos apretamos. El miedo enseña sus dientes, barnizados con
aromas de plástico y metal, de aguja y hielo. No hay tiempo. Aprieta el hambre,
la sed aprieta. Retumban los cascos de los caballos muertos: los coches pasan.
A toda hostia el cielo cambia de instante. Se derrumba el agua, cae, sobre el
pardo suelo: la vida sabe a ya, a fugacidad sin contornos, a línea divisoria
entre nada y nadie.
Piden las bocas con gestos el aire que
respiran los pulmones. Gestos bruscos. Necesitan beber los vientos, las horas
todas, los colores que abren con pasos de día tantas puertas huecas -el cerebro
ardiendo: de nuevo siempre en llamas-. El caos es cosmos sin norte ni sur ni
oeste. El éste que habla se parte la boca con todos los vivas para ser algo más
que un muerto en la miseria cotidiana. Desecha la sencillez del hombre y rasga
las telas que al corazón ocultan. La tramoya no puede caer más abajo. No hay
infierno más allá de estas palabras.
Carlos L.L. (publicados en El otro mundo)
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