El 18 de febrero de 1967, treinta estudiantes y profesores de la universidad de Duquesne, en Pensylvania, hicieron un retiro espiritual. Su intención era profundizar en la fuerza del Espíritu Santo en la Iglesia primitiva y pedir la misma acción para el cristianismo actual, con el fin de que se renovase.
La petición tuvo un efecto sorprendente: todos tuvieron la experiencia de sentirse inundados por la presencia de Dios y el sentimiento profundo de su amor personal por cada uno. Por otra parte, esta experiencia tuvo lugar ante el Santísimo Sacramento, como si Dios hubiese querido unir la presencia del Espíritu a la presencia eucarística.
La experiencia de los profesores y alumnos de Pensylvania se repitió en las universidades de Notre-Dame, Indiana y Michigan. Grupos que nadie planeaba ni convocaba, se multiplicaron como pequeñas lucecitas en la oscuridad de un bosque. Esta experiencia se denominó pronto Renovación Carismática Católica.
Con una vitalidad y rapidez sorprendentes se difundió por todo el mundo. De modo que, al cabo de pocos decenios, alcanzó la cifra de 72 millones de personas. El movimiento no tardó en llegar a Burgos. De hecho, hacia 1975 comenzó aquí un grupo de oración de orientación carismática. Actualmente existen seis en la capital y tres más en Miranda de Ebro. Todos ellos están radicados en diversas parroquias. Precisamente, el pasado domingo celebramos en la Catedral una misa de acción de gracias por los treinta años de la llegada de la Renovación Carismática a nuestra diócesis.
Quienes se adhieren a uno de estos grupos, no adquieren especiales compromisos. Se trata de gente que ha tenido, de una manera o de otra, la experiencia del Espíritu y se reúne semanalmente para alabar a Dios. Gracias a ello, son muchas las personas –de todas las edades y condiciones- que descubren de nuevo que Dios vive en la profundidad de su corazón, se convierten personalmente, fomentan su vida de oración, se enriquecen con la lectura de la Biblia y sienten la fuerza liberadora de la alabanza.
Desde el 7 de mayo de 2004 en España han sido aprobados sus Estatutos y han pasado a ser una Asociación Privada de fieles con personalidad jurídica. Su finalidad específica es la de hacer presente hoy en el mundo la experiencia de Pentecostés. Confirma así su vocación de servicio a la Iglesia, que fue enriquecida con los dones del Espíritu desde sus mismos orígenes.
Juan Pablo II dijo que la Renovación Carismática es uno de «los caminos misteriosos con que la Providencia vive hoy su plan de salvación, en este final del segundo milenio». El mismo Juan Pablo II dijo de ella que era una «manifestación elocuente de la vitalidad siempre joven de la Iglesia, una expresión vigorosa de lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias al final del segundo milenio».
Demos, pues, gracias a Dios por esta efeméride conmemorativa de los treinta años de presencia de la Renovación Carismática en Burgos. ¡Ojalá que estos grupos carismáticos se multipliquen más y más en tantas parroquias de nuestra diócesis! No es el único modo de vivir el Cristianismo, pero es un modo plenamente reconocido por la Iglesia y, por tanto, bueno y deseable para quienes Dios quiera llevarles por esa senda. Para nuestra fortuna, el Espíritu sigue derramando una gran variedad de carismas en su Iglesia, para enriquecimiento y servio del entero Cuerpo Místico de Cristo.
† Francisco Gil Hellín
Arzobispo de Burgos |