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El ciclista barraqueño Miguel Ángel Candil fue el ganador de la II Ciclomarcha Puertos Míticos de Ávila en el recorrido largo previsto de 192 kilómetros. El corredor del equipo portugués LA Rota dos Móveis empleó 6 horas, 10 minutos y 36 segundos. Otro abulense, Jesús Martín Vinuesa (Frío Julymar) concluiría en cuarta posición a 14 minutos y 9 segundos, mientras que su hermano Francisco finalizaría el decimoquinto, a 27 minutos.

 

El recorrido corto de 85 kilómetros tuvo al arenense Francisco Tarancón Delgado como el primero en llegar a la meta sita en la plaza de toros de la capital abulense realizando un tiempo de 2 horas, 42 minutos y 10 segundos. Muchos fueron los abulenses que participaron en las dos carreras, dentro de los cerca de 700 corredores que tomaron la salida. Sin embargo, las adversas condiciones meteorológicas hicieron que el recorrido largo con los puertos de La Paramera, Serranillos, Mijares y Navalmoral tan sólo lo acabaran 168, mientras que el corto lo concluyeron 347.

 

Lo que es indudable es que todos los cicloturistas, desde el primero hasta el último, son dignos de elogio por la dureza de la prueba no ya sólo por el recorrido sino por la lluvia y el frío, repitiéndose de forma acentuada las malas condiciones que se dieron en la primera edición, donde Francisco Mancebo resultó vencedor

 

CLASIFICACIÓN RECORRIDO LARGO

 

CLASIFICACIÓN RECORRIDO CORTO

 

Crónica de la II Ciclomarcha Puertos Míticos de Ávila, por Sergio Palomar (www.ciclismoafondo.es)

 

¿Quién dice que segundas partes no fueron buenas? Regresamos un año mas a esta marcha, tras un crudísimo invierno que se resiste a abandonarnos y con peores previsiones incluso que en la durísima edición del año anterior. Nuevamente la épica del ciclismo ha quedado plasmada en su máxima extensión. Como si de una película se tratara, el guionista ha puesto de todo su hacer para mantener al máximo la intensidad de esa secuela. Redoblando la intensidad de los elementos que hicieron de la primera parte un taquillazo.

 

Este año decidimos ir en el día por lo que no nos queda mas remedio que pegarnos un importante madrugón. En Madrid toda la noche lloviendo a mares y durante el viaje tenía que ir adivinando las líneas de la carretera. Voy pensando que no puede ser peor que el año anterior, ay que equivocado estaba. Llegamos a Ávila con tiempo mas que sobrado y la verdad que allí no llueve, se dejan ver algunas estrellas, incluso la temperatura es agradable. Poco a poco va llegando gente, entre ellos un buen montón de caras conocidas y así sin darnos cuenta nos plantamos en la salida. Aunque esta medio cubierto, algún rayo de sol si que se escapa entre las nubes, igual nos respeta después de todo.

 

Como estaba previsto, un duro viento de cara nos sacude, así que nos dedicamos a guardar mientras circulamos acurrucados en la grupeta principal, que de momento no tiene ningún ánimo de tensar el tema por lo que subimos Paramera entre agradable charleta. Solo  al final de la subida se tensa un poquito el tema, imagino que mas por entrar bien colocado en la rapidísima bajada hacia el Barraco que otra cosa.

 

Mientras transitamos por la carretera que conduce a San Juan de la Nava y Navalmoral aprovecho para levantar la vista hacia mi izquierda y la verdad que el panorama es completamente desolador. Mirando hacia donde nos dirigimos, ni siquiera se adivinan las subidas a Mijares y Serranillos, completamente cubiertas por nubes y esos hilillos que nos advierten que ha de estar lloviendo fuerte por la zona. En esto yo sigo concentrado en lo importante en este tramo. Ir comiendo algo y bebiendo. Es una de mis obsesiones hoy tras el pajarón de la marcha BTT de Colmenar Viejo.

 

Aprovecho a saludar a algunos foreros, mientras vamos buscando vertiginosamente el fondo del valle del Alberche, hasta llegar a Burgohondo donde se encuentra la divisoria para los que quieran optar por la marcha corta, por cierto bastante mal señalizada porque si no conocías el lugar te encontrabas el desvío de golpe. Repechón para salir del pueblo y se tensa por primera vez la cosa medio en serio. Pruff, lo aguantamos, pero hoy las patas no son ni de lejos las del año pasado, me parece que mi estancia en dicha grupeta tiene fecha de caducidad. A los pocos kilómetros otro Repechón donde se vuelve a tensar la cosa y pruff, me entran ganas de encender los warning, pero bueno, le aguantamos también y claro, en el repecho gordo que hay antes de Navarrevisca inevitablemente me suelto cuando por fin se tensa la cosa de verdad. Intento estabilizarme en una grupeta y dejar que me marquen ritmo. Hoy no llevo pulsómetro ya que olvidé la cinta en casa, pero mis jadeos me indican que voy por las nubes. Nada hay que aguantar la rueda que se tiene que estabilizar el tema tarde o temprano, pero pasan los kilómetros y el ritmo no baja. Además como no teníamos suficiente comienza a caer un intenso aguacero según transitamos entre Navarrevisca y Serranillos.

 

Tras atravesar el pueblo que da nombre a este puerto se encuentra la zona mas dura de la ascensión y en un pequeño cambio de ritmo se me encienden todas las luces. Pongo el intermitente y dejo pasar, tras la paradiña llega otro grupito al que me engancho y me decido a sufrir a muerte hasta el final del puerto, a un ritmo muy muy alegre. Hoy como no llevo pulsómetro me fijo para medir el nivel de esfuerzo en la velocidad de ascensión y me asusto al ver que vamos subiendo entre 800 y 1300 m/h todo el rato, vamos una burrada. Aquí la cosa se vuelve dantesca, eso no es llover, el agua cae a cubos, pocas veces recuerdo un aguacero tan intenso sobre la bici, encima le sumamos los 6ºC de temperatura y el fortísimo viento de cara que apenas permitía avanzar para obtener como resultado un pintoresco cuadro de caras desencajadas, babas colgando y miradas perdidas en el infinito. Intento a cada curva adivinar el final del puerto, pero me encuentro completamente desorientado por la intensa niebla que nos rodea, solo pienso en llegar arriba para que termine tanto sufrimiento. Cuando por fin coronamos, me abrocho el chaleco y no pierdo un segundo en la cima ya que parar allí arriba es morir de frio directamente.

 

El primer kilometro de la bajada está muy precario. La carretera completamente encharcada y las manos aun entumecidas de luchar contra el viento durante la ascensión. Intento ser lo mas suave posible con la bici mientras voy cogiendo el tacto a la bajada, al agarre que se me ofrece en esas condiciones mientras mantengo el freno ligeramente apretado para mantener seca la pista de frenada a la par que no dejo de pedalear para no perder calor. Tras las primeras curvas complicadas ya se puede dejar correr la bici. Por suerte es una bajada donde se puede pedalear mucho y con el aire de cara que da mas aun. De hecho creo que me dejo demasiadas fuerzas en este tramo donde cojo a muchos de los componentes de la grupeta donde iba cuando explosioné en la subida lo que me motiva aun mas. La gente baja con mucha precaución, quizás excesiva ya que la carretera no esta tan mal como se podía suponer con esa lluvia. Esta limpia y el asfalto rugoso ofrece un agarre bastante decente, de hecho le voy cogiendo el punto poco a poco y disfrutando del tramo como un enano. Mientras, va dejando de llover según perdemos altura y la temperatura sube un par de grados que quieras o no se hacen notar.

 

Alcanzo la subida al puerto de Pedro Bernardo, apenas un alto en esta larga bajada que como siempre es lugar ideal para comer y subir de forma muy comedida intentando recuperar sensaciones en las piernas ya maltratadas por el frío y la humedad y vuelta a bajar con el aliciente de un tímido sol que se observa en el fondo del valle. Mientras me deleito con las vistas mientras observo al otro lado del valle lo que parece ser la grupeta de cabeza a unos 5 min desde el punto donde me encuentro, aunque no me flipo.

 

Sigo adelantando gente mientras voy bajando con mas y mas confianza según se va secando el asfalto. Al llegar al fondo del valle me quedo a 100m de coger una grupeta de 5 me parece que conté. Intento apretar para echarles mano e ir a rueda en el llano hasta el comienzo de Mijares, pero no hay chicha. Puedo mantener una velocidad de crucero mas o menos constante pero en cuanto quiero apretar los músculos se quejan, llevo las piernas bloqueadas de Serranillos, así que me parece que va a tocar tirar de pundonor y sufrimiento en la subida a Mijares.

Comienzo el ascenso junto a un tío de Jaén que me pregunta por lo que queda de puerto, apenas unos cientos de metros porque pone un ritmo que no estoy dispuesto a seguir, que aquello es muy largo. Me pongo en modo diesel intentando llevar una cadencia alegre lo que es fácil porque al girar y como estaba previsto todo el aire que nos machacaba a la ida ahora se ha convertido en favorable. Cruzando Gavilanes tengo un pequeño momento de crisis, me coge un forero (iba tan ciego que ni me acuerdo quien era) a la entrada de Mijares pueblo y me engancho a él lo que pueda. También cojo al vuelo una coca cola en el avituallamiento a ver si me da un poco de vidilla y soluciono un poco el mas cuerpo que tengo a causa de la humedad y la verdad que tras expulsar unos pocos gases parece que me encuentro mejor mientras voy mirando el cuentakilómetros y haciendo mis números de cuanto queda hasta arriba, que inacabable es este crabrón de puerto, eso si, en esta parte de abajo, entre arboles, sin llover y con una temperatura agradable después de lo pasado parece que estemos en el paraíso.

 

A los pocos kilómetros me suelto de la rueda del compi ya que estaban empezando a protestar las piernas y nada sigo autoanimandome para no venirme abajo. La verdad que a pesar de ir sufriendo lo indecible me voy retroalimentando positivamente, quien lo iba a decir hace apenas un mes. En esto que me enganchan dos con equipación del  C.D.C Vettonia y resulta que uno de ellos es forero. Me ofrecen su rueda y me animan y me sueldo a ellos todo lo que pueda aguantar mientras que sigo mirando el cuentakilómetros como si ello fuese a servir para que corriese mas. En esto, la altura del puerto comienza a notarse. Cada vez hay menos vegetación y la niebla y el frío vuelven a ser intensos. Me van estirando bien el cuello y voy aguantando como buenamente puedo, pero a dos kilómetros de coronar noto un amago de calambres y tengo que levantar el pie.

 

Lo que queda hasta arriba supone un sufrimiento extremo. Tengo miedo de apretar lo mas mínimo, el viento vuelve a golpear con fuerza. Intento buscar la protección de la ladera pero no sirve de nada mientras que al igual que hacía en Serranillos intento adivinar el final del puerto entre la niebla mientras me siento como un velero en medio de la tempestad, azotado por el frío, el viento y la lluvia que vuelve a caer con fuerza. Me adelantan un par de ciclistas mas poco antes de coronar mientras yo cruzo la divisoria completamente vencido. Menos mal que es una sensación pasajera y tras las primeras curvas de la bajada, nuevamente precarias y nuevamente agradeciendo sobre manera el conocerme esta carretera, empiezo a recuperar sensaciones. El tiempo es algo mejor que el que hacía por la mañana aquí en el valle del Alberche y en cuanto perdemos altura rápido desaparece la niebla.

 

Esta vez no me caliento en la bajada y me dejo llevar. He vuelto a enganchar con varios de los que me adelantaron en la ascensión y aprovecho el momento de relax mientras me dejo llevar para hacer un rápido chequeo mental de cómo me encuentro, que me queda y repasar el plan que no puede ser otro que mínimo consumo y ritmo constante ya que voy bastante tocado.

 

Hoy la bajada acaba rápido ya que unas obras en la carretera que nos bajaría directo hacia Burgohondo impiden el paso y nos desvían por una carretera que nos lleva de vuelta a Navarrevisca. No me coge de improviso lo que nos esperaba aquí ya que a pesar de no conocer la carretera ya me encargué yo de estudiarme este tramo en el google earth. 200m de desnivel extra en un mini puerto de 4 kilómetros y varios repechos extras antes de alcanzar dicha localidad. Al poco de empezar a subir me suelto de mis acompañantes ya que no tengo patas para mantener el ritmo. Lo que me queda en este tramo es soledad y sufrimiento. Casi yo creo que aquí ha sido el tramo donde peor lo he pasado en toda la marcha. Estaba con las piernas como estacas tras el descenso, la lluvia me vuelve a sacudir y sobre todo el viento, puramente frontal que me hace sentir como si estuviera ascendiendo rampas de mucho mayor porcentaje. Me quedo con la imagen de una curva donde un pequeño arroyo que caía de la ladera literalmente atravesaba la carretera, como si todo el monte estuviera saturado de tanto agua y rebosara a borbotones por cada esquina.

 

Cuando por fin alcanzo el cruce con la carretera de Serranillos es nuevamente una liberación. Ahora si que tenemos un tramo largo y favorable para recuperar fuerzas, mientras voy disfrutando esta bajada que me encanta, con la carretera prácticamente seca al perder altura.

En el avituallamiento de Burgohondo cojo una botella de agua al vuelo y aprovecho el tramo llano que me separa de Navaluenga para recuperar y alimentarme bien de cara a los poco menos de 30 kms que me quedan. Vuelvo a pensar en positivo. En poco mas de una hora lo tengo ventilado. Esto esta chupado. Si he llegado hasta aquí no me va a vencer, aun a sabiendas de que aún quedan un par de duras trampas que subir. Me alcanzan los compis del Vettonia que la verdad no sé ni donde les debí pasar y me engancho a rueda, pero en el pequeño repecho de la entrada de Navaluenga me explotan los cuádriceps nuevamente con amagos de calambres mas serios que la vez anterior y les dejo marchar y en esto que giramos hacia San Juan de la Nava, con incluso algún tímido rayo de sol que se escapa levemente entre las nubes. Miro el cuentakilómetros y calculo lo que me queda. Son 5 kilómetros de subida, que hago completamente al ralentí. Con desarrollos blandos y procurando llevar mucha cadencia, así que apenas sufro en este tramo donde además voy manteniendo la referencia de los dos compañeros que mencionaba antes que no se han terminado de ir.

 

Suave bajada hacia el Barraco y me cantan que solo me quedan 7 kms de sufrir, mientras nuevamente voy echando mis cuentas mirando el cacharrito.  Aquí ya me tengo que esforzar muy mucho para no venirme abajo. Voy completamente vacío y me voy fijando en que no decaiga la velocidad que aun así es bastante pobre para un puerto de estas características. Me pasan otro par de ciclistas a los que me engancho, pero vamos, no duro ni un kilometro, mientras transito por el tramo mas duro justo cuando se cruza un puente y se cambia de ladera. El trabajo mental es intenso. Nuevamente me animo, incluso en voz alta, intentando contrarrestar la intensa fatiga en la que me hayo sumido. Aquí no hay niebla y mi vista se pierde en el infinito intentando adivinar la divisoria a la par que voy descontando kilómetros.

Ya está, se acabó. Solo un repecho de subir a plato me separa de la meta. Ahora si que puedo disfrutar, lanzándome a saco a por la bajada, casi sin necesidad de dar pedales. Según voy entrando en Ávila me invade una sensación de orgullo y de suficiencia, simplemente por haber sobrevivido a esta jornada épica y dantesca. Ciclismo del bueno, del que nos gusta ver en la tele, de el de las grandes gestas. Esa es la sensación que me llena mientras atravieso la meta, paro el reloj y soy felicitado por los compañeros que optaron, por acortar el recorrido y no pasar tantas penurias.

 

La verdad que a pesar de no haber tenido las sensaciones de patas del año anterior, estoy sumamente satisfecho ya que la cosa ha sido aun mas dura si cabe que en la edición anterior. Desde la organización me comentan que están planteando cambiarla al mes de Junio. Sinceramente, con lo saturado que está yo no la movía. Precisamente la dureza que ha mostrado esta marcha en sus dos ediciones creo que le ha dado un caché tremendo.

 

Por cierto, ya que mencionamos a la organización, comentar que aunque han vuelto a rallar a gran nivel, el tema del agua fría en las duchas no tiene perdón. En Ávila, ciudad fría de por sí y mas aun con las previsiones que teníamos. En fin, un pequeño lunar que no ha de empañar el tremendo trabajo que están haciendo porque tengamos una marcha de las grandes en el centro. Si el calendario lo permite, aquí estaremos el año que viene.

 

 

11 Mayo 2010
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