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CUARTA SEMANA
Y RECIBIRÉIS EL DON DEL ESPÍRITU SANTO
(Esto es un resumen, si quieres la charla completa en pdf, activa aquí)
El anuncio de San Pedro el día de Pentecostés, después de la invitación a la conversión, concluye: “Y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Esta predicación se llama, como hemos dicho, kerigma, palabra que significa pregón o anuncio. Es el pregón básico que fundamenta todo el cristianismo.
Debemos abrirnos al don del Espíritu y a todos sus dones, carismas y frutos. Jesús nos invita a volvernos como niños
Los niños se dejan fácilmente conducir, no les da vergüenza expresar sus sentimientos, apenas les influye el qué dirán, ni han adoptado posturas cerradas y definitivas en la vida.
Los mayores, sin embargo, ya tenemos “experiencia”, juzgamos de todo con facilidad, tenemos un tremendo sentido del ridículo, nos da vergüenza hasta orar y levantar los brazos. Los mayores somos gente seria que no quiere caer en ingenuidades ni nos dejamos comer el coco por las buenas.
Lecturas de la Biblia que nos ayudan profundizar en esta meditación.
Hechos 10, 1-48
El Espíritu Santo se derramó, incluso antes de bautizarse, sobre los paganos reunidos. Fíjate también en la sencillez del centurión romano Cornelio y cómo obedeció las insinuaciones del ángel de Dios.
Ezequiel 36, 24-28 y 37, 1-14
Nosotros somos esos huesos secos de los que nos habla el profeta. Necesitamos ser vivificados: “Infundiré mi Espíritu en vosotros y viviréis”. Es la gran promesa del Antiguo Testamento que ahora se realiza en nosotros: “Infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne”.
La promesa del Padre es el Espíritu Santo. También nuestra actitud debe ser de espera y acogida.