Pablo Lastras podría estar viendo el Giro por la tele en su casa de San Martín de Valdeiglesias. Sin embargo, ha preferido sufrir lo indecible para arrastrando dolores aguantar en carrera y ser, en estas últimas etapas, una pieza fundamental en el engranaje del equipo Caisse d’Epargne y un apoyo moral extraordinario para el líder, Davíd Arroyo, con el que comparte habitación.

“La verdad es que lo he pasado francamente mal, porque había venido a este Giro con un buen punto de forma y con mucha ilusión de buscar una victoria de etapa, pero la caída en Holanda rompió todos los planes”, comenta el experimentado ciclista.

“Los dolores de la rodilla ya están superados, pero los que no tienen solución son los del coxis. El dolor en esta zona es proporcional al esfuerzo. Cuanto más fuerzas, más te duele. Los médicos me dicen que con cuatro o cinco días de reposo se soluciona, por lo que habrá que esperar a que termine la carrera”, añade el simpático ‘Penkas’.

Lastras se alegra de haber aguantado, porque así ha podido ser útil al equipo en esta fase final. “Si he aguantado ha sido en parte por eso. Porque por mi experiencia en esta carrera puedo hacer de capitán de ruta del equipo y aconsejar a los nuevos en las bajadas, en las tácticas de los equipos italianos, en los recorridos…”, dice el madrileño.

Como veterano del equipo y compañero de habitación de David Arroyo, Pablo hace un poco de niñera del talaverano y le anima a que no pierda la moral. “Arroyo es muy moderado y no quiere echar las campanas al vuelo. Le gusta ir día a día, sin generar excesivas expectativas. Aunque ayer, después de la cronoescalada, noté que había experimentado un cambio notable en su mentalidad. Por primera vez, al llegar a la habitación, me dijo: Pablo, ahora me creo que puedo hacer podio”, concluye Lastras.