MADRID. - El presidente de la Audiencia Nacional, Carlos Dívar, pronunció ayer una conferencia en la que plasmó sus dudas sobre la legitimidad de un proceso de negociación para acabar con ETA. El juez reivindicó el papel de los magistrados y de los fiscales en la debilidad de la banda terrorista y, al hacerlo, aseguró que «los jueces a los que se insulta y se critica en tantas ocasiones han sido el instrumento para el fin de ETA, no por el camino que se está buscando, sino por el camino de la ley». No realizó alusión alguna a las declaraciones efectuadas por el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, sobre la aplicación de la ley para acabar con el terrorismo, pero estas palabras parecieron estar presentes cuando Dívar se preguntó retóricamente «qué proceso cabe con este tipo de delincuentes y asesinos», y acto seguido respondió: «Cabe el proceso de la ley y de la Justicia. Yo no soy político. He jurado servir a la Administración de Justicia y no puedo renunciar, en estos momentos, a aplicar la Justicia y el Derecho, se llamen como se llamen».

Ante un auditorio de decenas de estudiantes en el Colegio Mayor Juan XXIII, el juez Dívar lamentó que se esté volviendo a hablar de presos políticos para referirse a los asesinos de ETA y advirtió de las consecuencias que crear determinados precedentes puede tener en otros tipos de terrorismo distintos al etarra.

Carlos Dívar recordó que ETA ha sido «un flagelo» y «un horror» que hemos tenido que soportar «en solitario» en España durante años. Sin embargo, destacó que finalmente «hemos conseguido poner a la banda terrorista contra las cuerdas» y atribuyó a la Audiencia Nacional, a las Fuerzas de Seguridad y, tras el 11-S, a la presión internacional, el hecho de que ETA se encuentre en un estado de debilidad.

El presidente de la Audiencia Nacional ejemplificó lo que para él significa la aplicación de la justicia relatando lo ocurrido con Henri Parot, el asesino de la fiscal Carmen Tagle. Según contó, «este personaje» lloraba de miedo en algunos momentos de la declaración, aunque ese miedo no le impidió precisar que no disparó contra su víctima, sino que «descargó el cargador de su pistola en su nuca». El juez relató cómo, a pesar de la tristeza que le embargaba, solicitó a los funcionarios que dejasen descansar al etarra cuando éste se quejó lastimeramente y que puso dinero de su bolsillo para que le trajeran un bocadillo. «Entonces administramos justicia, no venganza. Ahora no podemos dejar de administrar la justicia y los pilares que entonces pusimos».

El presidente de la Audiencia Nacional reivindicó, sin lugar a dudas, el papel de las víctimas: «Las víctimas del terror han de ser parte necesaria. No puede silenciarse su voz porque los muertos también lloran y lloran después de muertos».