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  Historia de un modelo

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ENTREVISTA PUBLICADA EN EL MUNDO el día 23 de noviembre de 2005.

“No somos conscientes de los daños que la inmersión lingüística ha causado en la juventud”
Marcos Iriarte (EL MUNDO)
No se trata de un libro de ensayo, aclara el juntero alavés de la extinta UA, Ernesto Ladrón de Guevara, sino de una investigación histórica, que trata de demostrar con datos y a través de distintas fuentes que el nacionalismo, desde que asumió sus competencias, ha hecho lo que ha querido del Sistema Educativo Vasco. Con Educación y nacionalismo. Historia de un modelo, quien un día fuera responsable de Educación en Alava, que todavía hoy ejerce la docencia en este territorio, se decanta por un sistema educativo que parta del respeto a los derechos fundamentales, a su juicio, “violentados” en los últimos 25 años.
Pregunta.- Su libro trata de arrojar una luz histórica sobre algo que muchas generaciones asumen con normalidad su sistema educativo, ¿Es necesario abrir los ojos a la sociedad vasca?
Respuesta.- Eso es lo que pretende el libro. No pretende producir cambios sino hacer una demostración de algo que está en el pensamiento colectivo, que el nacionalismo adoctrina, que va ocupando espacios, y que utiliza esos espacios con fines de proselitismo y adoctrinamiento ideológico.
P.- ¿Qué es, a su juicio, lo más sangrante de ese control educativo que atribuye al nacionalismo?
R.- Es un conjunto de cosas, pero hay tres patas fundamentales: la purga que se ha hecho sobre el profesorado, el daño causado a las generaciones de jóvenes y la transformación interesada de los contenidos de aprendizaje.
P.- ¿Sostiene que el nacionalismo ha depurado al profesorado?
R.- Sí. Ha sido de una manera solapada y sutil, pero poco a poco ha existido una presión que el propio profesorado ha ido sufriendo y que, al final, ha provocado una diáspora.
P.- ¿Eso es demostrable?
R.- Se demuestra perfectamente a la luz de los resultados sindicales. Los sindicatos de clase de ámbito estatal eran los mayoritarios en las primeras elecciones sindicales antes de ser transferidas las competencias educativas y hoy, sin embargo, dominan los de tipo nacionalista. Eso es una constatación meridianamente clara. La escuela, en este momento, está ocupada por un profesorado afín, en su mayoría, a las tesis nacionalistas; cosa impensable hace 25 años. Ha sido una labor callada y sostenida a lo largo del tiempo.
P.- Habla de una estrategia nacionalista para purgar al profesorado. ¿Enmarca en ella lo sucedido a los 157 interinos que perdieron su estabilidad laboral y a quienes el TSJPV ha terminando dando la razón?
R.- Claro. Pero lo de estos 157 interinos es sólo la punta del iceberg. Es un aviso a navegantes, a quienes todavía quedamos –yo soy uno de ellos- coleando dentro del sistema.
P.- ¿O se euskaldunizan o a casa?
R.- A mucha de la gente que hemos hecho un esfuerzo de euskaldunizarnos no se nos ha permitido. Si de cada 10 profesores suspenden 7, no es que suspenda el profesorado ¡es que suspende el sistema! De alguna forma, en lugar de crear estímulos positivos en torno a la euskaldunización se ha tratado de generar un estrés y una tensión en el profesorado que produce en muchos casos el efecto contrario: una aversión al euskera.
P.- Mencionaba tres patas de esa estrategia nacionalista, le faltan dos.
R.- Para mí lo más sangrante ha sido el daño que se ha hecho a las generaciones de jóvenes que han estudiado desde el momento de la transferencia de las competencias educativas, más que la transformación de los contenidos del aprendizaje, de los libros de texto, etc., que también es un tema muy fuerte.
P.- ¿Un daño académico?
R.- Es un daño difícilmente demostrable porque no hay ningún estudio al efecto. No se conocen los daños que ha producido la inmersión lingüística en los resultados académicos, ni sus efectos sobre una aptitud mental primaria como es la comprensión verbal, la capacidad de interpretación de textos, el razonamiento... En definitiva, no somos conscientes de los efectos derivados o colaterales de esa política de inmersión que se ha utilizado con fines de adoctrinamiento, configurando una escuela nacional, en el pleno sentido histórico de la palabra, como en tiempos de Franco.
P.- ¿Compara el sistema educativo vasco con el de la dictadura?
R.- No pretendo establecer paralelismos ni similitudes con la época de Franco pero, indudablemente, el modelo es el mismo. Está por demostrar cómo ha salido mal parada la juventud vasca en todo este proceso.
P.- ¿Cree que hoy viviríamos en el mismo escenario público si no hubiera existido esa presión nacionalista sobre la educación?
R.- Yo parto de una premisa previa, que es que la educación no es para la concienciación nacional, ni para los pueblos, ni para los territorios... ¡la educación es para el alumno! Trata de desarrollar las plenas capacidades de los alumnos. El hecho de que en Euskadi la educación no se haya concebido desde ese plano sino desde una colectivización de la cultura, ha desviado el objeto principal del sistema educativo y eso ha desviado los parámetros de partida de aquel sistema transferido. En aquella época la escuela pública fue concebida como una escuela participativa, democrática, plural...
P.- Hoy está sobre la mesa la posible reforma de los modelos lingüísticos y el consejero de Educación, Tontxu Campos, parecía presagiar recientemente la paulatina desaparición del A, en castellano, por una supuesta falta de demanda.
R.- Es un planteamiento muy cínico. Los que hemos estado a pie de terreno más de 30 años sabemos que al modelo A se le ha segregado, marginado y arrinconado. Desde el poder político se ha dado un procesod e arrinconamiento y segregación de este modelo, hasta tal punto que en este momento, en la escuela pública sólo se recoge emigrantes o a lo que se considera alumnos problemáticos.
P.- ¿Una especie de gueto o sistema marginal?
R.- Decir que el modelo A no tiene demanda es un cinismo. Claro, ningún padre quiere escolarizar a su hijo en un sistema marginal sino en uno normal. Si la normalidad, por la fuerza de la presión política o social, se ha convertido en los modelos B y D, todos los padres optan al final por ellos. Pero no son modelos elegidos libremente sino encauzados. Por otra parte, cuando se diseñaron los modelos se diseñaron en función de la realidad sociolingüística de cada territorio. Es decir, el A para las zonas castellanoparlantes, el B para las zonas mixtas y el D para las vascófonas.
P.- Algunos partidos instan al Gobierno Vasco a conformar un gran pacto educativo para salvaguardar su correcto funcionamiento ¿lo cree factible en el actual clima político?
R.- Yo lo veo factible siempre y cuando se tomen como referencia de ese pacto los derechos fundamentales de las personas. En este momento, por mucho que se intente negar, se han violentado derechos muy importantes como el de la elección del tipo de educación que los padres quieren para sus hijos. Tienen derecho a elegir la lengua materna como aprendizaje y a mucha gente se le ha impedido. Los alumnos tienen derecho a la educación y eso no significa sólo un derecho a la escolarización, sino a recibir la educación que necesitan en función de sus circunstancias. No sabemos hasta qué punto la inmersión lingüística está produciendo daños irreparables.

Entrevista en EL SEMANAL DIGITAL
ERNESTO LADRON DE GUEVARA

"No tengo ninguna necesidad de hablar una lengua que se restringe al ámbito territorial de tres millones de personas".

Acaba de presentar su libro "Educación y nacionalismo", un profundo análisis de las cuestiones que han arrastrado al mundo de la educación en el País vasco hasta el punto de adoctrinamiento en el que nos encontramos. Ayer presentó su obra en el edificio de las Juntas Generales de Vizcaya acompañado por Gotzone Mora

¿Cree que el español puede ser erradicado de la sociedad vasca?

En Cataluña está siendo erradicado. Se están poniendo en funcionamiento las oficinas de garantías lingüísticas que son como una especie de Inquisición en materia de sanción y persecución a los que desde la instancia privada o la pública no usen el Catalán. En el País Vasco vamos en la misma dirección, aunque es cierto que aún no hay una exacerbación como la catalana por la dificultad intrínseca del euskera que no es una lengua romance.

En su libro cuenta numerosos casos de vulneración de la legalidad lingüística por parte de los nacionalistas. ¿Cuál le parece el más grave?

Por su afectación a la parte más débil, víctima de esta situación absurda de utilización lingüística con fines doctrinarios y de concienciación nacionalista, que es la de la infancia y la juventud, me parece gravísimo el daño que se está produciendo en algunos fragmentos de la población escolar. Me refiero a todos aquellos alumnos que pudiendo superar y resolver sus dificultades en el aprendizaje en la lengua materna (castellano)están siendo sometidos a un estrés y un suplicio que ahoga sus posibilidades de futuro y su desarrollo personal. Pero también es muy grave el resultado que la inmersión lingüística produce en la comprensión verbal de nuestras generaciones últimas de escolares. La comprensión verbal es una aptitud mental primaria que afecta a la capacidad cognitiva que está formada por la cantidad de palabras que manejamos en nuestra lengua primera o materna. Nuestra representación del mundo y nuestra capacidad de abstracción está condicionada por el léxico que manejamos, y todo apunta a que como producto de una inmersión absurda en un contexto diglósico, es decir en una lengua que en muchos casos sólo representa al 10% de los hablantes, produce una escolarización con unos resultados demoledores en la consolidación de los instrumentos de aprendizaje de los alumnos que acaban en la formación profesional o en la universidad. Lo saben los profesores de la enseñanza superior, aunque sólo lo reconozcan en privado. Paradójicamente la Ley obliga a planificar los modelos lingüísticos de acuerdo a la realidad sociolingüística de cada zona, y eso se omite con toda impunidad.

Usted habla de la deficiente enseñanza que reciben los alumnos. ¿Puede dar algunos ejemplos?. ¿Ocurre en las demás comunidades donde el sistema educativo está dirigido por nacionalistas?

La deficiente enseñanza es producto fundamentalmente de una Ley (la LOGSE y sus sucedáneos) que es una catástrofe educativa. Pero a ese mal difícilmente reparable, se añade la utilización de la escuela como plataforma de ideologización nacionalista para cuyo objeto se utilizan en el País Vasco tres elementos: la modificación de las plantillas con una presión insoportable sobre los profesores, muchísimos de los cuales han optado por irse a otras Comunidades con más normalidad política, el euskera como elemento disgregador y de opresión ideológica y las ikastolas como quintacolumna para impregnar al conjunto del sistema con las esencias nacionalistas. Evidentemente en Cataluña pasa lo mismo en lo que se refiere al ingrediente lingüístico y al comisariado político en los centros educativos y en la Universidad. También es un hecho compartido la utilización de los contenidos de la enseñanza y la manipulación de los libros de texto deformando las realidades históricas, fundamentalmente.

¿Por qué el Estado no protege los derechos de los alumnos y aplica sus competencias sobre el contenido de los curricula y los libros de texto?

El Estado generó a mediados de los años ochenta un instrumento para garantizar en todo el Estado el cumplimiento de las obligaciones constitucionales, la homologación de los títulos académicos y profesionales y los contenidos mínimos de la Enseñanza. Era la Alta Inspección del Estado. Pero los sucesivos gobiernos de España han impedido en la práctica que esa institución fuera efectiva y ejerciera su papel tutelar.

¿A qué se debe que los funcionarios profesores no hayan protestado ante la política educativa del Gobierno vasco, que les afecta en sus carreras profesionales?

Muy sencillo y comprensible: el miedo. No hay que olvidar que el terrorismo y el llamado nacionalismo democrático han ejercido una presión psicológica y a veces actuaciones más contundentes que la mera exclusión social y de persecución. Ejemplos habría muchísimos. Tanto sindicatos no nacionalistas como profesores han estado aprisionados por el Síndrome de Estocolmo y el temor a las represalias.

¿En cuánto valora el gasto hecho por el Gobierno vasco en la euskaldunización de las instituciones y la sociedad? ¿Cree que este proceso tiene éxito?, ¿ha aumentado el número de euskaldunes?

Una estimación aproximada nos lleva a cuantificar en 20.000 millones de las antiguas pesetas cada año, lo que suma en los veinticinco años de hegemonía nacionalista una cifra de medio billón de pesetas. Agregando todas las actuaciones presupuestarias que han tenido como objeto la euskaldunización, de forma directa o indirecta.

El resultado ha sido un desastre. Pese a esa inmensa cifra de gasto presupuestario, por ejemplo en Alava no usa en sus relaciones habituales el euskera más del 15% de la población. Pero parecido pasa en Bilbao, o en las Encartaciones vizcaínas, etc. Y es que como decían los profesores Lapesa, Gregorio Salvador, o Lodares los desarrollos lingüísticos los imponen los hablantes y no los gobiernos. Nada cuaja sociológicamente por opresión o imposición. La rentabilidad del gasto en materia lingüística promovida por los nacionalistas y los acomplejados partidos no nacionalistas ha sido un fraude social y ha tenido una rentabilidad absurda y mínima.

¿Cómo ha conseguido el nacionalismo imponer y prestigiar el euskera, que hasta los años 80 era despreciado o ignorado hasta por muchos militantes del PNV?

No estoy de acuerdo en que hayan prestigiado el euskera. El euskera podría haber tenido prestigio si no se hubiera utilizado para fines políticos y si no hubiera sido un elemento de opresión. Si hubieran habido estímulos positivos y unas políticas lingüísticas respetuosas con los derechos individuales el euskera hubiera traspasado la oficialidad para ser un ingrediente más de cultura y una realidad social. Así no. La prueba es que los propios nacionalistas en las instituciones no lo usan y muchos representantes de ese nacionalismo montaraz no saben euskera. La imposición ha estado ligada demasiadas veces a la violencia y a la coacción.

Usted explica que en Álava apenas se ha hablado euskera históricamente, pero¿por qué la sociedad alavesa ha aceptado la imposición del euskera en sus colegios y en la Administración vasca para seleccionar a los funcionarios?

Han funcionado de forma muy efectiva los mecanismos sociales. En la sociedad hay mucho miedo de quedar excluidos, marginados, o señalados. Michael Biurleigh, en su libro “El tercer Reich” explica cómo la gente normal en la sociedad alemana se sumó al III Reich, y los mecanismos de psicología social que condicionaron a la sociedad alemana.

¿Son capaces los nacionalistas de vivir en euskera?

No. Cualquiera puede constatar en qué lengua se desarrollan las relaciones entre ellos en las propias instituciones. ¿Por qué periódicos como GARA o DEIA están escritos íntegramente en castellano? Seguro que cualquier persona medianamente inteligente puede responder con la pura lógica a esa pregunta.

¿Cree que el euskera batua sobreviviría sin el apoyo público?

Evidentemente no. El euskera batua es una lengua de laboratorio que tiene poco que ver con los diferente dialectos que se hablaban antes de su diseño. De todas formas me es indiferente. ¿Por qué tiene que haber un gasto público para una necesidad de los nacionalistas, que justifican su nación utópica sobre la base de la lengua? A mi me bastan las lenguas internacionales, entre ellas el español. No tengo ninguna necesidad de hablar una lengua que se restringe al ámbito territorial de tres millones de personas.

¿Cuál es la aceptación real del euskera entre los vascos?

Si tomamos como referencia los datos estadísticos, podemos observar que no supera el 1% de las relaciones administrativas entre los ciudadanos y sus administraciones públicas. Ese dato es demoledor.

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